Carnaval
Hoy encontré al amigo Fausto triste en el último día de carnaval. Guardado de los traviesos y ‘malosos’ carnavaleros, del agua, de la humedad. Por proteger los dibujos, el maletín que atesora su fantasía artística. Procura quedarse arrimado en la vecindad lo que dura el feriado, compartiendo tiempo entre los quehaceres diarios de los ocupantes, la rutina interna de los pasillos que acogen su estancia por las noches. Lejos de la plaza, luego de la última misa, se encamina zigzagueante por sus moradas nocturnas, puntos de abastecimiento y última recolecta antes de refugiarse. Vive en una casona en la vista más bella de Quito, en el barrio de San Juan.Tradicional en sus calles angostas y escalinatas pronunciadas, Cuestas de tacones rotos, calzados esforzados, una sola pierna. Hoy presencie la subida de un borrachín esbelto en su tambaleo. Con aliento de su último licor, expulsa los aires de tabaco y cabaret. ¡Buenas noches vecinos! dice el hombre con esfuerzo, ¡Ya mismo llegó ¡ Fausto lo ...